Estado de la entrada: GASEOSA -
Nota previa: la realización de este relato no tiene como objetivo ofender, dañar, corromper, influenciar, excitar ni atacar a cualquiera que lo lea y se sienta identificado con lo escrito (problema de ustedes), sino de expresar lo pensamientos y sentimientos del personaje (naturales y justificados en su razón) que sintió en un mal sábado solitario a causa de una repentina sensibilización de su alma hacia situaciones ajenas a su vida en ese momento. Gracias.
¡Advertencia!
Este relato contiene excesiva violencia, discriminación, xenofobia, odio, alto contenido sexual (ahora si quieres seguir leyendo) y por sobre todo mucha, pero mucha, demencia.
Llegue a la sala que estaba prácticamente vacía, y cuando vi la ausencia de personitas inmundas me emociono (dentro de lo que puede llamarse emoción en una mente cargada de tanto odio). Subí las tan limpias y entupidamente perfectas escaleras alfombradas y tome asiento en mi lugar designado. Puse lo pies encima del respaldo que tenia al frente y a continuación me puse los lentes para ver mejor a quienes entraban y regocijarme en pensamientos morbosos relacionados con cuchillos, sierras, y algún que otro veneno que podría llegar a usar contra ellos sin razón alguna.
La sala fue llenándose poco a poco, la mayoría eran parejitas de las cuales los hombres ocultaban sus insinuantes miradas a sus musas con gestos de caballero. Sus miradas eran algo así como: “que ganas que te tengo”, “Oh si, me gusta como metes los pochoclos en tu boquita” o “desearía ser la pajita de tu coca-cola” y en entre otras.
Los avances de la película se proyectaron y las luces se atenuaron un poco. Eso me alivio, puesto que tenía ganas de ver la película que prometía suspenso, terror, nervios, sadismo, desamparo, tristeza, esquizofrenia, y otros reconfortantes sentimientos. Que lindo…hasta que una parejita de acarameladitos se sentaron a mi derecha, a mi izquierda dos chicos medio subiditos de peso, con gafas grandes que enmarcaban sus caritas salpicadas de granitos hormonales y otros dos mocosos a mis espaldas.
La película comenzó con normalidad, pero no fue hasta la mitad del morboso largometraje que comenzó mi irracional (o talvez no) incomodidad causada por los cuatros personajes anteriormente detallados. Comencemos por los freaks de anteojos y rulitos. ¿De que mierda hablaban durante una película de terror?, yo les diré: de…superhéroes!, claro, los redonditos evidentemente leían muchos cómics de cada boludito que se ponga una capa y salve a una dama en apuros por algún villano pedorro con cara de no haber cagado por dos semanas. Ah, y me olvide de aclarar que no paraban de engullir un pote de helado más grande que sus propios cerebros (juntos) y el olor a dulce de leche y chocolate me asqueaba hasta tal punto que casi les vomite obre sus notorias pancitas. Por momentos no entendía de que hablan, pero no dudaría en pensar que discutían que logo de superhéroe tatuarse en la nalga (supongo que tenia que ser uno de considerable tamaño) una vez finalizada la película.
Los que se encontraban detrás de mí he de suponer que eran dos chicos, pero la voz de uno eran tan aguda, y hablaba tan inaguantablemente rápido, que me dio la sensación de ser mujer (sin ofender a la que lea esto). En un momento de la película apareció una serpiente que amenazaba con inyectar su mortífero veneno en el expuesto y desesperado personaje, y esto causo una catarata de explicaciones biológicas y químicas sobre el anfibio por parte del hombre/mujer parlante del asiento de atrás. Le gustaban las ciencias naturales aparentemente. Sus comentarios eran algo así como: el efecto del veneno, que clase de víbora era (¡¿a quien carajo le importa?! son todas la misma porquería rastrera), el nombre en latín de dicho animalito y otra sarta de pelotudeces que no capte por la gran capacidad poco común de recitarlas en un tiempo record para las cuerdas vocales de la especie humana. Amen.
La pareja, que parecían haber salido de una novela romántica barata de un escritor sexualmente frustrado, fue el plato fuerte de la noche. De sus besitos, caricias y cursis “te amo”, “que linda sos”, “me gusta tu cuello” o “me gusta tu….” emanaba un aura de tanto amor, tanta ternura y tanta felicidad que literalmente me revolvió el estomago, los intestinos y hasta la ganas de seguir viviendo. Hasta ya podía sentir mi lado derecho quemarse con esa…cosa…llena…de…tanta… alegría. Y el ruido del besuqueo!, estoy convencido que mi perra hizo menos ruido al lamer sus cachorritos cuando los parió. Pero no, estos daban la impresión de que fueran a tragarse mutuamente, con ropa y todo. No fue hasta que gire mi cabeza noventa grados a la derecha, mire fijamente a los ojos de extasiada muchacha, y le dedique mi más asesina mirada de desprecio conocida hasta la fecha, que finalmente se callaron y dejaron de lamerse mutuamente Funciono por un rato, pero luego, la muy tenaz, contraatacó con un cuestionario que ponía en manifiesto su coeficiente intelectual al estilo Dora la Exploradora: “hay, no entendí”, “hay gor, ¿ me explicas?”,”mi amor, ¿vos que harías en esa situación?”. Tuve el impulso de responderle, pero no hubiera aguantado después las ganas de rociarle los ojos con aerosol de pimienta y arrojarla escaleras abajo con noviecito y un diccionario para que aprenda a leer los subtítulos de las películas (si sobrevivía a la caída claro). Me limite en concentrarme a suprimir la parte de mi cerebro que me instaba a levantarme del asiento, tomar cualquier arma de fuego y acribillar a todos mientras gritaba como un musulmán poseído por el mismo Ala, salpicando baba y aterrorizando con mis ojos saltones inyectados de sangre.
Gracias a Ala la película termino con un final de porquería y la gente comenzó a irse. Los gorditos de al lado se levantaron con menos reflejos que una babosa y bajaron tambaleándose con el resto. La libidinosa pareja se alejo con tiernos besitos en los lugares mas inhóspitos y el/la chico/a de tras se unió a los espectadores hablando y agitando las manos sin parar a su amigo que ya mostraba serio deterioro mental y al borde del suicidio (me lo imagine tirado en suelo después haberse volado los sesos y con una nota ensangrentada que decía: “no lo soportaba mas”).
Me retire del lugar tan rápido como si el mismísimo diablo estuviera persiguiéndome con un boleto de ida al infierno en sus garras. Llegue a mi casa, me arroje a la cama, cerré los ojos, amaneció, los bellos pajaritos cantaron, me levante, mire por la ventana y sonreí. Era un bello día, no había razones para seguir sintiendo celos, porque la próxima vez que vaya al cine será diferente. Y vivieron todos horriblemente felices para siempre. Fin (no podía terminar todo tan mal…salvo por el amigo del charlatán, seguro que se tiro debajo de un camión).
Referencia Bibliográfica:
Sigmund Freud, “estudios sobre la histeria”, tomo 1, Obras completas.
Stephen King, “El Pasillo de la muerte”
Referencia cinematográfica:
El Resplandor, Titanic, Scary Movie, Psicópata Americano, todas las de El Juego del Miedo, y el resto de las películas de terror.